Opinión
¡Ya viene el golpe!

Pero el golpe de gracia a este régimen y a sus allegados, con los recientes indicios de nuevos escándalos.
Nada en el Perú es más seductor al chisme como la apelación al golpe de Estado.Como que suscita morbo incontenible que hace presa incluso a criteriosos analistas y que, una vez regado en la pradera, simplemente la incendia. Y la inunda, como ocurre en nuestros tiempos de redes sociales.
Un golpe de Estado a siete meses de las elecciones presidenciales en estos tiempos es sencillamente inviable. ¿Alguien sería tan tonto de buscar quitarle las castañas del fuego a Ollanta Humala para convertirlo de sospechoso de corrupción en mártir de la democracia? Imposible. Y en el caso de que el golpe fuera fraguado precisamente por él para salvar el cuello, ¿qué militar de alto rango arriesgaría su carrera para hacer lo mismo? Para empezar, el recientemente designado Comandante General del Ejército es un hombre de convicciones democráticas muy firmes y con una impecable hoja de servicios. Hay demasiado por perder para extraviarnos en política ficción.
El único golpe que viene será contra este gobierno y el Partido Nacionalista cuando venza el plazo y tengan que bajar al llano para rendir cuentas. Mientras tanto, preparémonos a observar cómo siguen vapuleando a este gobierno las crecientes sospechas de corrupción —y hasta ya se habla de asesinatos (¡qué horror!), como en el caso de Emerson Fasabi— que motivan crecientemente destempladas y caricaturescas estrategias de sus allegados para defender no solo lo indefendible, sino lo impresentable.
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