Opinión
Todo lo sólido se desvanece en el aire

Cambió la balanza de la moralidad, pero si fujis no optan por la reforma pueden terminar también succionados por el remolino que viene.
Es complejo entender lo que está ocurriendo en momentos estelares de nuestra tropical política, en que empieza a dominar la sensación de que todo lo sólido se desvanece en el aire. Según una reciente encuesta de GFK, la mayoría de ciudadanos considera que la acusación del fujimorismo contra el Fiscal revela que Fuerza Popular hace un uso abusivo de su mayoría parlamentaria.
A partir de ahí sesudos analistas —que ayer nomás apoyaron causas políticas que hoy sabemos financió Odebrecht— predicen el fin del fujimorismo víctima de su propio ADN autoritario.
Me pregunto cuál será la respuesta ciudadana a esa misma pregunta de acá a dos o tres semanas cuando se haya ventilado la acusación constitucional contra el Fiscal y los peruanos tengan por fin claro el duro, durísimo pan que nos toca digerir. No solamente se trata de Susana y de su corte de artistas impolutos y correctos bailando al ritmo del dinero brasilero. Bueno fuera.
Lo verdaderamente bravo será asimilar la imagen de una Fiscalía que sabía de esta situación (con todo su recutecu) desde diciembre del año pasado y no dijo nada hasta que el fujimorismo la cuestionó constitucionalmente. ¿Qué pensará la ciudadanía cuando en el Congreso quede establecido con penosa certidumbre que no hay proceso alguno abierto contra los socios peruanos de los corruptores brasileños, que no se ha intervenido ni medio fono celular, ni un cuarto de agenda… ni un octavo de oficina? Mejor refugiarse en la risa.
Pasada la chanza queda la desolación. ¿Dónde estamos? ¿De qué lado se encuentra cada quién? ¿Quién protege a quién? Sí, cualquiera que se detenga en la pregunta de la encuesta previamente aludida pensará que el fujimorismo está cayendo a un hoyo atraído por un remolino de autoritarismo que será su cruz.
Pero esto último depende del propio fujimorismo y de su capacidad para administrar lo que yo veo como una victoria. Y no un triunfo pírrico. Puede ser un avance de largo aliento siempre y cuando pueda administrarlo. Ni siquiera tiene que rodar la cabeza del Fiscal. Será suficiente con debatir la acusación.
Ya FP movió suficiente el avispero como para desacreditar al antifujimorismo, cuyos voceros resultaron financiados por Odebrecht. Incluso el propio presidente ha sido imputado de manera grave. Pero si el fujimorismo no se distancia del establishment político también se desvanecerá a la larga.
¿Cuál es el salvavidas? Optar por la reforma y dejar el lobby ya pero ya, y plantear dos o tres medidas importantes que justifiquen ante la ciudadanía el esfuerzo de sostener este gobierno. Si no, alguien jalará la cadena.
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