Debemos seguir creyendo en la renovación y regeneración de la política.
A diferencia de nuestra realidad, por lo menos hay algo rescatable en el escándalo Volkswagen: la admisión del delito.
El acceso a este apetecible mercado conlleva serias exigencias en el cumplimiento de normas.
Ambos son reflejo de la esencia del hombre y de su ambición por el poder.
Cuando la jefa del gabinete y hasta la ley se convierten en decorados kitsch.