Opinión
Si cae el alfil, el jaque es inminente

La renuncia del ministro Figallo comprometería todavía más al presidente.
Tras el último capítulo del caso Belaunde Lossio generado por el despido de la procuradora Yeni Vilcatoma el día de la Inmaculada Concepción, el gobierno ha llegado a una situación en la que no puede dar marcha atrás. Si renuncia el ministro de Justicia, como le exigen a Humala varias voces atolondradas en la prensa, la cosa no mejoraría sino que comprometería aún más la precaria situación del jefe de Estado. Y esto porque dicho acto político constituiría el reconocimiento indubitable de que el presidente sí ha conspirado a favor del prófugo por intermedio de su ministro.
Así, en este caso la renuncia de Figallo —que en teoría superaría la crisis— solo abriría la del siguiente acto: poner la cabeza del presidente a distancia de tiro. Para Humala, entonces, es de vida o muerte que el ministro se quede donde está. El gobierno no la tiene fácil ni en el Congreso ni con la opinión pública pero Daniel Figallo es hoy, por muchas razones, su mejor alfil. Y cuando cae el alfil, el jaque es inminente.
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