Opinión
Recuerdos de 1978

PAP y PPC sí llegaron a entenderse por la democracia.
Me llama la atención una nota aparecida hoy en la edición impresa de El Comercio adyacente a otra que analiza las expresiones mutuamente zalameras de Lourdes Flores y Alan García, las cuales abren una posibilidad de alianza política de sus partidos, el PPC y el PAP.
Dicha nota resume una “historia de confrontaciones” entre ambos grupos políticos desde la fundación de la socialcristiana en 1966 hasta nuestros días. Esa historia solo está referida a las pugnas electorales o comentarios cuestionadores de los líderes. Sin embargo, salta con garrocha el maduro entendimiento que forjaron apristas y pepecistas en la Asamblea Constituyente de 1978.
El episodio es agradable al recordarlo. El régimen castrense de Francisco Morales Bermúdez impulsó una “transferencia del poder a la civilidad” que se inició con la convocatoria a diseñar una nueva Carta Magna. El aprismo, con Víctor Raúl Haya de la Torre a la cabeza, obtuvo 37 escaños. El PPC, liderado por Luis Bedoya Reyes, 25. Frente a una variopinta representación de izquierda radical (34 asambleístas) que usaba el Parlamento como foro de protesta y no le interesaba la Constitución, el entendimiento apropepecista se volvió un imperativo y logró materializarse.
Muchos fuimos testigos de esa armonía civilizada de dos importantes partidos que hasta hoy están vigentes en la escena pública peruana. Y en política, los consensos y el diálogo alturado hacen más que el odio, los insultos y la judicialización del adversario. Esto no debe olvidarse.
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