Opinión
Puro teatro

La investigación de la DIRCOTE no pasa de ser hepática y reactiva.
Este verano marca la temporada perfecta para reponer “La Cautiva”, la excelente obra de teatro escrita por Luis Alberto León, exhibida en La Plaza el 2014, y que ha merecido, casi al mismo tiempo, el reconocimiento de la crítica especializada y una investigación de la DIRCOTE.
“La Cautiva” es una ficción que transcurre en una hipotética morgue de Huamanga y aborda un aspecto muy específico de la guerra contra el terrorismo: la duda ética que el poblador ayacuchano pudo haber sentido al verse atrapado entre dos fuegos, el de la horrible insania senderista y el de la dura represión policial-militar.
La obra no defiende ni romantiza ni sublima ni saca la cara por ninguna de las dos partes, sino que explora los sentimientos encontrados del joven operario de la morgue, quien debe preparar el cadáver de la hija de terroristas para ser ultrajado por una tropa. No pretende ser una gran crónica de los ochenta, apenas se detiene en un punto especialmente íntimo y complejo y desde allí ofrece una mirada.
En su momento se dijo lo mismo de “La boca del lobo”, la película de Francisco Lombardi. Que era prosenderista. Pareciera que la incomodidad de los críticos de ayer y hoy radica en su incapacidad o falta de imaginación para producir una contrapropuesta y cuestionar al arte en su propio terreno. Por hepática y reactiva, la investigación de Dircote es puro teatro. Y del malo.
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