Opinión
¡Mario, divórciate!

Vargas Llosa debería ponerle fin a su relación más agobiante.
Coincido con Phillip Butters y un gran número de peruanos respecto a que la vida privada de Mario Vargas Llosa debe importarnos un pito, igual que la de cualquier congénere. Sí veo algunas implicancias políticas a su reciente anuncio de soltería otoñal y su relacionamiento con la jet set Isabel Preysler.
Una es la visibilidad del romance con la viuda de un exministro de Economía español, Miguel Boyer, al que Preysler estuvo unida casi un cuarto de siglo. La madre patria arde ya en comentarios que no solo están reservados a la prensa del corazón sino que también se manifiestan en los círculos políticos que ambos frecuentaron.
La segunda es el obligado silencio que se ha impuesto la familia Vargas Llosa borrándose de las redes sociales (no sabemos por cuánto tiempo), lo cual ha acarreado que Morgana Vargas Llosa suprima de porrazo sus simpáticos tuits en defensa de su amiga Nadine Heredia.
Y hablando de Morgana, Nadine y la corte oficialista de los garantes: el único divorcio que podría interesarnos por parte del Nobel de Literatura es el del gobierno de Ollanta Humala, que no solo calla ante las arbitrariedades del sátrapa Nicolás Maduro contra la democracia venezolana, sino que también va exhibiendo a cuentagotas todo lo que le debe políticamente al dinero chavista.
Sí, Mario: mejor divórciate del humalismo.
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