La nueva corrupción

Gran evento de Proética y buen formato para que los aspirantes a la presidencia de la república describan sus planes contra la corrupción. Sin embargo, entre tantas propuestas con precariedad de ingenio —la mayoría sugirió más controles, penas drásticas a los infractores, mayor fiscalización ciudadana: es decir, nada nuevo bajo el sol— obviaron el diagnóstico imprescindible de estos tiempos: el de la acción absolutamente corrupta de los poderes fácticos disfrazados de causas de izquierda y de su impacto negativo en nuestra sociedad.

¿Pruebas? Tenemos la sangría de recursos públicos perpetrada por Gregorio Santos en la gobernación de Cajamarca, supuesto defensor del medio ambiente; o lo cobrado por Pepe Julio Gutiérrez (dirigente de Tierra y Libertad, movimiento integrante del Frente Amplio de Verónika Mendoza) a Southern para levantar las protestas contra Tía María; o el asesinato de policías a manos de vándalos que cobran “jornales” con plata de las arcas de algunas ONG no obligadas a declarar cómo gastan el dinero recibido de la cooperación internacional.

Todo esto también se llama CORRUPCIÓN, pero como ocurre en la esfera de la izquierda peruana hay que hacerse los idiotas.

Falta sumar los lobbies de esas mismas ONG en el Congreso, donde logran triunfos espeluznantes contra el sentido común (ejemplo: la derogatoria del Decreto Legislativo que autorizaba al sector privado a preservar y poner en valor el patrimonio cultural). ¿Por qué no se enfrenta con valentía esta novedosa forma de engordar bolsillos a costa de plata no fiscalizada? ¿Cuándo se detendrá este flagelo?