Investigación
Maxi en Lima

El consultor político argentino Maximiliano Aguiar está muy activo asesorando a Vizcarra en la situación crítica en la que se encuentra, y buscando iniciativas ingeniosas para golpear a sus adversarios.
El consultor político argentino Maximiliano Aguiar está muy activo en el último tiempo asesorando al presidente Martín Vizcarra en la situación crítica en la que se encuentra, y buscando iniciativas ingeniosas para golpear a sus adversarios.
La influencia de Maxi, como lo conocen en Palacio, ha crecido porque, según fuentes palaciegas, Vizcarra se ha distanciado de su estrecho círculo de moqueguanos.
Ahora Maxi está contratado por el Gobierno a través el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo). Es una manera de disfrazar el sueldo que se le paga y evitar que se conozca el monto y el período del contrato, pues eso no aparece en el presupuesto nacional ni en ningún portal de transparencia.
Pero el dinero sale del erario público, que lo entrega al PNUD para el objetivo que el gobierno señale. El PNUD cobra un 7% por sus servicios. Este y anteriores gobiernos han usado ese sistema para contratar servicios profesionales.
Antes Aguiar estuvo empleado por el BID (Banco Interamericano de Desarrollo), también por una disposición de Vizcarra, con la misma finalidad: evitar que se supiera que el gobierno peruano le paga a un asesor presidencial. Pero cuando un congresista solicitó información al BID, en ese organismo se asustaron y rescindieron el contrato. De esa manera pudieron responder, sin mentir, que ya no trabajaba para ellos.
En verdad es una situación irregular que no se justifica. El presidente Vizcarra tiene derecho a tener los asesores que le dé la gana y podría contratarlos de manera regular y transparente. El hecho de que Aguiar sea argentino tampoco es un obstáculo, salvo para los xenófobos. Ollanta Humala y Nadine Heredia tuvieron al argentino-brasileño-francés Luis Favre como asesor en la clandestinidad. Alejandro Toledo tuvo al chileno Esteban Silva trabajando regularmente en Palacio.
El asunto es que en nuestra política cortesana y virreinal se suele culpar injustamente a los asesores de las burradas que hacen los presidentes. Es una manera hipócrita de criticar al presidente sin decirlo abiertamente: “quítese se encima a esos asesores”, se escucha con frecuencia.
En realidad, es el presidente –o el ministro, o el funcionario– el que designa a los asesores, nadie se los impone. Y, más importante todavía, es el presidente –o el ministro, o el funcionario– el que toma las decisiones, el que acepta tal o cual sugerencia y la pone en práctica.
En suma, es el presidente –o el ministro, o el funcionario– quién es responsable de sus decisiones y desatinos, y no los asesores.
Foto original: Diario Correo

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