Opinión
Indignados con la escalera

Símbolo de frescura pero también de corrupción y nula fiscalización
La imagen de la escalera que invade una vereda en Chorrillos para conectar el segundo piso de una vivienda con la calle se ha convertido en el símbolo de la frescura a la que podemos llegar los limeños. También demuestra la nula fiscalización o el nivel de corrupción al que pueden llegar las autoridades y funcionarios distritales. Es el colmo, no hay duda.
Sin embargo, esto no es nuevo: basta darse una vuelta por el malecón de Barranco para ver los edificios construidos en el acantilado intangible. Todos construidos al margen de la ley sobre un espacio público y con el agravante de monopolizar la vista al mar.
También podemos ver el restaurante Central, en Miraflores, el mejor del país según varios críticos. Es un orgullo nacional sin importar que no tenga licencia de funcionamiento porque la zonificación no se lo permite.
Ni que decir de los distritos más populares, en los que se construye sobre las vías y espacios públicos. Ejemplos sobran. Solo debemos caminar.
La informalidad y frescura en Lima no distingue situación económica ni distrito. Pueden ser escaleras, edificios, restaurantes o calles cerradas con tranqueras. Podemos acusar al otro de informal, pero están en todos lados y temo que nos hemos acostumbrado.
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