Opinión
El efecto dominó

Comer en Lima se ha convertido en turismo de aventura.
Cuando hace poco se detectó un bicho en una pizza de la cadena Domino’s nadie podría haber presagiado que, precisamente, este repugnante suceso marcaría el inicio de un efecto dominó sobre la culinaria limeña. La gente se puso alerta y empezaron las denuncias contra otras cadenas de comida rápida. Y se volvió un escándalo.
Esta semana, la Gerencia de Fiscalización de la Municipalidad de Lima decidió intervenir renombrados restaurantes de las inmediaciones de la Plaza Mayor y de la emblemática calle Capón. Y lo que comprobó llevó el escándalo al nivel de la indignación: suciedad, cucarachas, roedores, carne podrida. La desfachatez y el descuido a raudales terminaron convirtiéndose en los nuevos ingredientes de la comida fashion limeña. ¿Será que aventurarse a comer en los restaurantes top de Lima se ha vuelto más riesgoso que hacer puenting en el puente Villena?
No puede uno dejar de preguntarse por qué la MML dejó en años recientes que estos negocios de comida prosperasen con la impunidad de su pésimo manejo de la higiene básica. ¿Será una raya más a la cebra de incompetencia de las anteriores autoridades? No pensemos mal. Seguro que estaban ocupados en prioridades más elevadas como la inclusión, la construcción de ciudadanía y la reflexión sobre la existencia del éter.
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