Opinión
El alcalde en su laberinto

Lima se rebela: los cien días de soledad de Lucho Castañeda
Por primera vez un alcalde de Lima sufre una avalancha política como la que padece LCL desde que llegó por tercera vez al sillón municipal. Pensó que la tendría fácil y ahora no solo enfrenta ataques mediáticos sino también protestas populares y marchas juveniles que, bajo consignas como “Lima despertó, el Mudo se fregó”, deberían quitarle el sueño o hacerle ver que esta no es la misma ciudad que gobernó hasta hace pocos años. Lamentablemente, está descubriendo a golpes lo que todos le advirtieron.
La marcha de ayer no fue convocada por organizaciones políticas sino —redes sociales mediante— por colectivos y estudiantes de arquitectura, ingeniería y urbanismo que se oponen a la visión y actuación de la Municipalidad. La respuesta de la MML fue, revocatoria style, regalar Frugos y galletas a cambio de firmas que respalden el proyectado by-pass.
Algo serio está pasando y la respuesta no puede ser represión policial, dádivas o mutismo. Si Castañeda no se pone las pilas, este será el desastre anunciado; para él y para todos. No es gratuito y no sorprende que Lima ya no sea el principal destino de los migrantes internos: esta ciudad ya no da para más.
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