Opinión
¡Cuidado con este 5 de abril!

No debe repetirse el despertar amargo del 28 de julio de 2000.
Este martes habrá una gran movilización contra el fujimorismo en memoria del 5 de abril de 1992. Fue la fecha en que con nocturnidad el presidente Alberto Fujimori disolvió el Parlamento para entronizar un autoritarismo despótico, el cual luego trató de paliar con el Congreso Constituyente Democrático.
Han pasado 24 años pero las heridas siguen abiertas y el antifujimorismo resurge, revitalizado y fuerte, a través de las voces y de la rebeldía de jóvenes que ni siquiera habían nacido en esa fecha. Se trata de estudiantes y trabajadores que han escuchado de sus padres y han leído de los atropellos y abusos que signaron una década: cuando el expresidente Alberto Fujimori y su socio Vladimiro Montesinos se dedicaron al avasallamiento y la destrucción de las instituciones para gobernar y manipular en favor de intereses de corrupción.
No queremos que se repita esa historia vivida, cercana e indeseable. Por eso, ahora los jóvenes salen a las calles a proclamar ética, principios y esas verdades que no quieren escuchar quienes piden olvido y perdón.
Pero no hay perdón ni puede haber olvido; tampoco reflexión desapasionada sobre una etapa de abusos, de compra de medios, de destrucción de derechos e instituciones, que fue funesta para el país. Que todo se quiera cubrir con pragmatismo no significa que no haya existido. Que la manipulación sea exitosa no implica que las metodologías funestas no puedan volver.
Hay pasión y defensa del país en el rechazo al fujimorismo y hay oportunismo y hasta maquiavelismo en quienes quisieran que regrese. Quienes organizamos la Gran Marcha Nacional De Los Cuatro Suyos tuvimos el 27 de julio del 2000 una noche pacífica y sin violencia, pero un despertar amargo del día siguiente. Ese 28 de julio, día de la innoble tercera juramentación de AFF, hubo incendios, represión y crímenes.
Pusimos todos los cuidados y previsiones para que el 27 fuera de alegría, celebración, música, juventud y desfiles, pero al día siguiente Montesinos orquestó la sangre y dolor que nos envolvió. Este dramático antecedente nos hace pensar en el cinco de abril que se anuncia, con tantos jóvenes ilusionados con la democracia posible en las calles y que rechazan el símbolo de lo que no debe repetirse.
Tampoco debe repetirse una jornada luctuosa de violencia y represión como la del 28 de julio del 2000. Sabemos que los sabuesos montesinistas todavía están sueltos y que nuestros jóvenes marchan solo con el escudo de la ilusión y la decencia. No queremos más dolor. ¡Mucho cuidado!
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