Opinión
Cruda realidad

La actitud pasiva de la gran mayoría, frente a un Estado que no nos sirve como debería ser y a la violencia que atenta contra nuestros derechos elementales, también se ve en la indiferencia frente a la izquierda radical que descaradamente está copando el poder. "La mayoría silenciosa", la llaman.
Todos hemos visto el video de una ciudadana brasileña que confrontaba con valentía a uno de los irracionales que bloqueaban carreteras. Ella regresaba de Arequipa luego de ver competir a su hijo. Tal escena revela una natural reacción humana ante el abuso, pero resulta vergonzosa para nosotros. Y quizá su rabia hubiese sido mayor de haber sabido que el presidente estuvo ahí unos días antes.
Las palabras que dijo nos deben hacer meditar: “¿Por qué los peruanos son tan pasivos?” Se refería, sin duda, a los demás pasajeros que impávidos solo atinaban a caminar para sortear el bloqueo. Entre otros, se ve a una mujer empujando a un familiar en silla de ruedas y a otra llevando en sus hombros a su menor hija, pero sin emitir ni una sola queja, sin encarar a los huelguistas: ninguna era consciente de que se estaban violando sus derechos.
Pero ese aludir a los cirunstanciales pasajeros se extiende a todos los ciudadanos que no sabemos defender nuestros derechos y aceptamos pasivamente muchas cosas. Si vamos a una entidad pública y nos niegan algo sin explicación o si hay una marcha y nos malogran todo el día, la gran mayoría no dice nada.
Otras expresiones que tuvo fueron: “¿Qué país es éste? ¿Dónde está la policía? ¿Dónde está el presidente?” Con esas interrogantes estaba describiendo –sin saberlo– al Perú actual: autoridades que le prohíben a la policia defenderse de acuerdo a ley, corrupción a todo nivel, inseguridad ciudadana, un sistema judicial que suelta violadores y asesinos y mete preso al policía, fiscales que encarcelan solo para investigar, un presidente que solo piensa en salvar su pellejo, una prensa que alienta medidas anticonstitucionales y muchas cosas más.
Esta toma de carreteras viene de años, y es culpa de autoridades cobardes que no supieron aplicar la ley y poner orden. Cada año, por ejemplo, bloquean el ingreso a Machu Picchu y le arruinan el viaje a los turistas que con tanto sacrificio decidieron visitar nuestra patria. ¿Las autoridades? Ni se dan por enteradas.
Esa actitud pasiva de la gran mayoría, frente a un Estado que no nos sirve como debería ser y a la violencia que atenta contra nuestros derechos elementales, también se ve en la indiferencia frente a la izquierda radical que descaradamente está copando el poder. “La mayoría silenciosa”, la llaman.
Hay una excepción reciente y esperanzadora: el movimiento profamilia. Sigamos ese ejemplo.
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