Opinión
Cortina humalista

La crisis parlamentaria muestra el extremo de irresponsabilidad a la que puede llegar el oficialismo.
Justo cuando los destapes sobre las oscuras cuentas bancarias de la dama más poderosa del país terminaban de envolverla en un turbio y tormentoso torbellino, la pareja presidencial no ha reparado en echar mano del Congreso para tender una cortina de humo que puede convertirse en un búmeran contra sus propios intereses.
La crisis parlamentaria, convertida torpemente en crisis política la semana pasada —a razón del frustrado pedido de delegación de facultades legislativas del gobierno—, muestra el extremo de irresponsabilidad a la que puede llegar el oficialismo. Simplemente, no les importa el daño que causa al país la sensación de vacío y desgobierno que percibe la población.
La incompetencia y desgobierno que caracteriza al oficialismo se ha trasladado también al Congreso, que por la abdicación de su presidencia se ha convertido vergonzosamente en un apéndice del Ejecutivo. Así, el humalismo pretende que el Congreso funcione al ritmo de Palacio.
Tamaña irresponsabilidad que puede llevar a la ingobernabilidad solo es atribuible a la desesperación de los inquilinos de Palacio, a quienes las últimas encuestas lapidarias han hecho ver con terror que se les acabó la fiesta. Por ello, hay que estar muy alertas para evitar que la descomposición del gobierno comprometa a todo el país.
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