Opinión
Cateriano zarandeado

Cada uno con su propio estilo, Keiko y Alan redujeron al premier.
Es bueno que Cateriano se disfrazara de una especie de anti-Cateriano y se comiera sus palabras para acercarse a dos líderes opositores a los que ha dedicado el total de su vida política a insultar y descalificar. No le quedaba otra si él mismo quería mantener su puesto.
Keiko Fujimori le extendió el saludo distante y frío revestido de esa sobria cortesía oriental que no deja entrever qué trasunta o significa. Su silencio posterior fue más que elocuente: el fujimorismo ha escuchado, ha hablado y no ha comprometido nada hoy porque quieren escuchar al premier en su momento. De paso, ese silencio dejó en offside a Cateriano, quien se retiró desconcertado sin declarar a nadie, ante la descolocada que le aplicó Keiko.
Alan García optó por la estrategia de acogerlo con efusividad. Y al hacerlo, desaparecerlo y así robarse el show el día en que se reunieron. Así, García acaparó los flashes y las entrevistas que en la víspera había dejado pasar Keiko, dejando literalmente pequeño a su lado a un premier que lo miraba encandilado, casi a punto de pedirle un autógrafo.
Si Alan se mostró conciliador ante la opinión pública para ganarse al sector menos comprometido con la política ?“centro”, le llaman?Keiko se presentó más consistente y coherente con su educado pero distante lenguaje gestual. Después de todo, lo central es saber si la presentación de Cateriano va a absolver los problemas que no pudo resolver Jara. Y eso se sabrá recién cuando se presente a pedir el voto de confianza.
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